BIOGRAFIA
Nace en Badarán (La Rioja) en el año 1951.
Desde niño comienza a escribir cuentos relatos y muy esporádicamente poesía. De hecho, la poesía nace en él como un ejercicio de síntesis del ensayo; como un reto para transmitir una idea comprimiendo el relato hasta que deja de ser una cosa para convertirse en otra.Tras ganar en los 70 el primer premio de poesía del periódico La Gaceta del Norte y tras juzgar la poca calidad de aquel poema, decide no volver a concursar nunca y, por ahora, a publicar nada.
POEMAS
MÁS AL SUR
Yo pensaba que en el sur manaba
el agua donde nacen las leyendas,
que un estruendo de caobas anunciaba
el espejismo del que brota la aventura
y que un alarido de lenguas femenino
impulsaba el vientre de las diosas
Pero la voz decía: más al sur, más al sur.
Y en el sueño fui hacia él, descalzo y desnudo
sobre un páramo de estebas castellano
con las yuntas sobre el surco vencidas:
No conocía más sur,
ni más sur entraba por mis ventanas
Si corres hacia el sur no hay fronteras que te detengan.
Hacia el sur encontrarás siempre
los descarnados huesos del naufragio,
una alfombra añil de alacranes
y una llanura de cuernas disecadas.
Hacia el sur nunca te faltarán
los cristales incandescentes del aliento
las ubres resecadas de las madres,
el viento abrasador de nuestro silencio.
Y la voz decía: más al sur, más al sur.
Y corrí ungido de polvo y desaliento
sobre los ojos hinchados y negros de la súplica,
sobre la piel ébano sin luz por nuestra mentira.
Si corres hacia el sur nadie te espera.
Hacia el sur encontrarás siempre
una selva donde la muerte camufla sus hijos,
una tierra que esconde nuestros tesoros que son suyos
y un manantial de promesas envenenado.
Al sur nunca llegan los barcos del bálsamo
ni las caravanas descargan nuestros latidos.
Al sur, solo el sur ama el sur.
Al sur, primero llega Dios
y después todos sus bandidos.
Y la voz gritaba: más al sur, más al sur.
Y el alba nunca llegaba.
ORACIÓN AL DIOS DEL OCÉANO
Dios del Océano
permite que te surquen,
no extiendas tu ira sobre las barcazas
que te navegan cargadas de africanos.
Vienen de todos los desiertos
y por todos los desiertos empujados:
de la aridez de la tierra y la sequía,
de la sequedad del expolio y el olvido,
de la aridez del desconsuelo.
No te harán daño:
su peso es leve porque leve es su equipaje
y su boca adornada de salitre
no blasfemará ante tu grandeza.
Solos atraviesan tu noche tenebrosa
y solos van, con su propia noche en la piel
y su propia noche en la mirada.
Señor de los océanos,
Tú que permitiste navegar sin zozobra
nuestros galeones cargados con su pueblo
camino de la esclavitud.
Tú que permites a nuestros pescadores
volver intactos de aquellos sus caladeros
no dejes que esta noche naufrague su barca,
naufrague su fe y su minúscula esperanza.
Calma tus bestias esta noche
y deja que arriben a nuestras arenas.
Ellos no saben que les queda lo peor
en esta tierra dominada por la tribu de los mercaderes.
Amén.
EL TAMAÑO DE LA NOCHE Y EL TAMAÑO DEL MAR
Enamorada de las sombras que alimenta,
ebria del misterio que convoca
y de miedos infantiles coronada,
la noche se acuna sobre el mar.
Ese ángel frío de alas nebulosas,
puntual y preciso matando la luz
se abate sobre nuestro océano,
pero el mar, como la vida,
tienen el alma esférica y el corazón redondo
y son mucho más grandes que la noche.
La noche, con todo su cuerpo umbrío derramado,
con su jactancia de tinieblas,
orgullosa del luto e infinita en apariencia
es más pequeña que el mar.
No la temáis.
Remad, remad siempre;
no despreciéis la leve fuerza del desánimo,
ni el impetuoso bogar del desasosiego.
Remad, remad siempre;
en cualquier dirección,
al final,
la luz
os aguarda.
EVANESCENCIAS
“Ármate de valor que la vida
es dura; más de lo que piensas”
Cualquier padre.
Yo me esperaba un jardín de bayonetas,
unos párpados como trincheras,
una lluvia horizontal de puñales
y unas manos hambrientas de mi corazón.
Y traté de atesorar todo el valor que en mí cupiera:
Me mantuve quieto ante el vértigo, el precipicio, la traición.
Inerme ante el odio, las tormentas, la venganza;
sereno ante el incendio y la viscosidad de los reptiles,
calmado ante la avalancha y el mugido de los sementales.
Nada de todo aquello sucedió
y llegué hasta aquí con el tesoro de mi valor intacto.
Pero ahora flaqueo ante la puerta del adiós:
afronto sin valor la noche cuando la luz se desvanece
y sin valor afronto la luz cuando la noche me abandona.
Y me pregunto:
¿Tendrán valor mis oídos para soportar
que la voz de los que amé se haya desvanecido ?.
¿Tendrán valor mis dedos para no llorar
cuando ya no puedan recorrer los senderos de tu cuerpo ?.
¿Tendrán valor mis ojos para no gritar
cuando no conserven memoria de tu belleza ?.
Guarda valor, hijo mío,
para los duros días de la evanescencia
que todo adiós, aunque pequeño lleva
una minúscula muerte incrustada en su razón
y no hay mayor aguijón que la ausencia.
Nadie muere de dolor,
pero todos morimos de olvido.
A eso, pienso yo, se refería mi padre,
pero yo, no lo sabía.
LA RISA
La risa es un relámpago de los dioses
reflejado en el manantial de tus ojos;
un trueno lejano del olimpo
abrazado al calor de tu garganta
que deposita el germen de lo humano
para que vueles a una altura insospechada.
Ríete amor, no dejes de reírte.
La risa es el tesoro usurpado del edén perdido,
el hijo supremo de todas las estrellas
que nos empuja a ser lo que somos
y no ser comadreja, abedul o campanario.
La risa es un destello de la inocencia perdida
en el bosque de los pliegues que le dieron cuna.
Es el arma temible, la que no tiene precio,
indómita ante la muerte, el dolor, el martirio:
el dueño del Universo asoma tras tu sonrisa
como un milagro de luz en mitad de la tortura.
Ríete amor, no dejes de reírte,
que la risa pone alas de libertad en tu boca
y es un puñal de inteligencia entre tus dientes.
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